Barack Obama CC/ Tesha Miller |
PABLO CAÑO
El pasado viernes 11 de febrero, Irán ponía a un líder opositor bajo arresto domiciliario, ¿su delito?, pedir autorización para manifestarse en favor de los alzamientos populares de Egipto y Túnez, unas revueltas que, sin embargo, también son apoyadas por el régimen de los ayatolás. Esta detención ha despertado a la oposición reformista iraní, que ayer se manifestaba en contra del Gobierno.
Las manifestaciones, no autorizadas, fueron duramente reprimidas por el régimen. La policía iraní no dudo en usar balas de fogueo y gases lacrimógenos para disuadir a una gente, que, de forma paulatina, había ido ocupando la plaza Azadí, al suroeste de la ciudad de Teherán. Una persona resultó muerta en las revueltas. Ayer lunes además, fue retenido durante cuatrohoras el cónsul español en Irán, Ignacio Pérez-Cambra. El Ministerio de Exteriores se puso de inmediato en contacto con el embajador iraní en España para pedirle explicaciones por el "inaceptable" y "muy grave" incidente.
Irán parece ser el siguiente escalón en la ola de cambio que se vive en el mundo árabe. El presidente norteamericano, Barack Obama, se ha posicionado claramente del lado de los rebeldes, asegurando que "lo que vale para Egipto vale para Irán". Obama se mostró además esperanzado en que las revueltas se extiendan por otros países. "El mundo está cambiando. Ha surgido una generación joven y vibrante que busca mayores oportunidades. Hay que estar a la cabeza del cambio; no se puede estar por detrás de la ola", aseguraba el presidente de EE UU.
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