Mariano Rajoy CC/ Mariano Cabrero Bárcena |
PABLO CAÑO
Tras el adiós de Zapatero se abre ahora un profundo interrogante en el mundo de la política: ¿qué hará el Partido Popular? Con el presidente fuera de juego, el partido de Mariano Rajoy debe dejar de fijarse en los socialistas y coger de una vez el toro por los cuernos. Al jefe de los populares, que a tenor de las encuestas será el próximo presidente del Gobierno, le llega la hora de erigirse en un líder real, en un líder que sea capaz de presidir este alicaído país.
Para el Partido Popular, Zapatero se había convertido desde hace ya bastante tiempo en un blanco fácil, en una especie de muñeco de pim pam pum. La mala gestión de la crisis económica había hecho perder al secretario general de los socialistas cualquier posibilidad de vencer en las próximas elecciones generales. Sabedores de ello, Rajoy y su equipo habían cambiado de objetivo durante las últimas semanas, para centrarse en el vicepresidente primero y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Sin embargo, la inteligente decisión de Zapatero de no elegir a dedo a su sucesor y esperar a las próximas elecciones primarias del partido, ha hecho que se abra un abanico de candidatos mayor y que el número de rivales de Rajoy de cara a esas elecciones de 2012, aumente.
El PP no puede concentrar todas sus energías en Rubalcaba, porque Chaves, Bono y sobre todo, Carmen Chacón, son candidatos peligros y aunque ahora parece imposible que se pueda dar un vuelco a las encuestas, la historia nos ha demostrado que, como en el deporte, en política todo es posible. Rajoy tiene la presidencia del Gobierno en su mano, pero errores como el de permitir a Camps presentarse a las próximas elecciones autonómicas o sus dudas respecto al consolidado ya matrimonio homosexual, podrían hacer peligrar una victoria que, a día de hoy, parece segura.
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